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El rincon de noah

Yo y mi ella

Cuantos problemas hay en nuestra sociedad que ni siquiera sabemos realmente lo que son. La bulimia y la anorexia, un tema que desde siempre ha existido y existirá. No se le puede buscar la culpa directamente a todas esos modelos que salen con un cuerpo esquelético a desfilar en una pasarela, o los cuerpazos que salen en las series de la televisión. Pero hay muchas chicas que sufren este problema, en silencio, con la única ayuda de un papel y un bolígrafo en quien dar su testimonio. La periodista recoge la información necesaria para hacernos una idea mediante un testimonio de una tercera persona.

 Esta es la historia de una chica adolescente anónima dispuesta a hablarnos de su “enfermedad”. 

“Que duro es tener tan liada la cabeza, únicamente me preocupo de mi cuerpo y  de lo que los demás piensan de mi. La imagen física ha pasado a primer plano desde que necesito una serie de actuaciones para sentirme a gusto conmigo misma. Necesito que me vean como a las demás, ser en ocasiones el centro de atención de las miradas de esos chicos... que me vean guapa y se fijen en mi.

 Esta noche me dormí pensando que la pesadilla no se volvería a repetir, tan solo quería estar sana, sentirme bien! Cada noche que me acuesto pienso que todo esto es un sueño, que nada es real, que algún día me despertaré de la nube y podré bajar a donde los demás.  

Todo empezó ya hace un par de años, cuando al mirarme en el espejo me di cuenta que no era realmente lo que quería llegar a ser, necesitaba estar más delgada y de cierto modo ligar como las demás. La comida era algo imprescindible para mi, de un día para otro no podía dejar de comer todo aquello. Era un tema que se sabía tanto y tan poco, que decidí probar a meterme los dedos hasta sacar toda esa asquerosa comida injerida momentos antes. Resultó ser algo duro pero satisfactorio... esa absurda idea llegue a pensar ese día y me llega hasta día de hoy.

 A pesar de tener mucha información sobre “mi ella” (bulimia) nada es suficiente para apartarla de mi, ha pasado a ser algo que llevo conmigo día a día o semana a semana. No todos los días que injiero un alimento lo vomito, pero en cuanto me miro al espejo y veo que tengo algo de más(que muchas veces es mi cabeza la que ve esa absurda idea) enseguida me entran los nervios y tengo que comer para después vomitar, como si ello me va a sacar de mi “sobrepeso”.  En realidad no tengo peso de más, pero el poder estar aún más delgada es algo que siempre tengo en la cabeza. Uso una talla 38 de pantalón(o incluso a veces menos) pero la idea de poder bajar de talla y algún día estar como esas chicas que salen en la televisión, me asombra, me fascina, quiero perder más peso. Soy consciente de las consecuencias que me puede llegar a traer todo esto que hago, pero la vida sin ser así para mí no tendría sentido. Hay días en los que la garganta me dice basta, no puede soportar tanto esfuerzo en los vómitos, por lo que tengo que dejarlo unos días hasta que las cosas se calmen... Esos días intento controlar la comida, de cierto modo, hasta que pueda expulsarla definitivamente.  Dicen que el primer paso de salir de este infierno es reconocer lo que te pasa, pero no creo que sea una gran ayuda. Yo se lo que tengo y lo que no debo hacer, pero mi cabeza no piensa lo mismo. Desde ese 17 de julio las cosas han cambiado absolutamente. Pueden decir que buscar una situación estable en la vida personal puede calmar aquello, pero siempre está latente.  Desde que comenzó este calvario ha habido épocas de haberlo superado, pero nunca termina para siempre, porque realmente siempre vas a buscar estar “mejor”.Estuve alrededor de un año sin preocuparme por mi especto físico y enterándome de las consecuencias que puede traer (el esófago se me va machacando día a día), pero nada es suficiente. Al tiempo volví a caer, decía: “solo lo haré hoy, mañana ya terminaré con ello”, pero nunca llegó ese mañana. Yo creo que a todo el mundo le gusta comerse un bollo de chocolate o un bocadillo de jamón... todo eso engorda, pero aún y todo yo no me privo de comérmelo, lo que pasa que luego lo expulso, pero mi cabeza y mi estómago piensan que ya han comido, por lo que no es necesario tragar nada más. Hay comidas que se vomitan con más facilidad que otras y causan menos daño. Después de vomitar los ojos se enrojecen, salen las lágrimas, te entra cierta congestión nasal, pero todo ello se pasa rápidamente, y con cepillarse los dientes o buscar un chicle todo está hecho.  La ayuda se debe buscar desde el exterior, pero este es un problema mío y yo debo solucionarlo, si soy tan madura de empezar algo así, debo acabar algún día. Aunque cuando ese día llegue puede que sea muy tarde, que ya no tenga solución, pero debo arriesgarme, sino mi vida no tiene sentido. Que lo sepan los demás únicamente me causa vergüenza de mi misma, como si quisiera ser el centro de atención sin yo llamar a nadie. Basta que alguien tenga dudas sobre mi para que lo deje por un momento, pero creo que nunca lo dejaré para siempre.  Piensan que las bulímicas como yo buscamos “mi ella” pero en realidad ella nos ha buscado a nosotras, se ha apoderado sin ni siquiera preguntar realmente que queremos.”

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